Este artículo fue publicado por el Portal Canal-Ar el 18 de junio de 2009.
El documento presentado por la presidenta Cristina Fernández da cuenta de una visión sesgada y absolutamente empresarial. Construcciones comunitarias como el software libre o Wikipedia, quedaron relegadas. Por Beatriz Busaniche
Durante los primeros días de mayo, la Presidente Cristina Fernández de Kirchner presentó el documento base para una Agenda Digital Argentina, un material que lleva más de un año de elaboración y que pretende ser una guía estratégica para la inclusión de nuestro país en la denominada Sociedad Informacional.
El documento tiene algunos aspectos interesantes y muy bien elaborados, pero peca de un problema esencial: presenta una visión sesgada y estrictamente empresarial del proyecto de Sociedad de la Información para Argentina.
La impronta empresarial del documento se nota en algunos apartados de manera clara, por ejemplo cuando, en vez de ocuparse de la “producción cultural argentina” se limita a “la producción de la industria de contenidos” haciendo caso omiso del hecho de que la cultura se produce predominantemente fuera de entorno industrial. Otro ejemplo a la vez sorprendente y preocupante es que la Agenda Digital considere “población activa” en la materia exclusivamente a aquellas personas que trabajan en empresas que ofrecen productos y servicios informáticos.
No hay en ningún lugar del documento de agenda digital presentado por el gobierno la más mínima alusión a las construcciones sociales y comunitarias como el software libre o Wikipedia, ni al trabajo rico y vigoroso de las organizaciones de la sociedad civil en la materia.
Por supuesto, estas y otras falencias del documento son la consecuencia directa de su proceso de elaboración, en el que tuvieron voz privilegiada las cámaras del sector informático y de telecomunicaciones (que imprimieron su propia visión en el documento) y algunas ONGs de conocidos lazos con las mismas empresas del sector.
Si pensamos que la Agenda Digital argentina abreva de algún modo en los documentos de la Cumbre Mundial de Sociedad de la Información, y trata de replicar el mismo esquema de elaboración con los aportes del Sector Público, el Sector Privado y las Organizaciones de la Sociedad Civil, nos toca reaccionar con firmeza ante la forma en la que fueron seleccionadas las voces que contribuyeron a la construcción de la Agenda Digital.
Fundación Vía Libre, por ejemplo, organización acreditada en CMSI que participó activamente del documento de Sociedad Civil y contribuyó en la elaboración del documento de posición argentino ante la cumbre, solicitó, sin ningún éxito, ingresar a la mesa de discusión. Lo mismo ocurrió con otras organizaciones de la cultura libre que no lograron abrir siquiera una cuña en la discusión. Sabemos que varios actores participantes bregaron infructuosamente por la inclusión de más organizaciones.
Es que, según dijo Élida Rodriguez, Responsable de la ONTI, al portal Infobae Profesional, “no es que se quedaron afuera por alguna razón o en forma adrede. Si están constituidos integrarán el grupo” (ver nota), en referencia a la gente vinculada a Software Libre y en alusión a la flamante Cámara de Empresas de Software Libre Cadesol. Lo que la funcionaria mendocina parece desconocer es que una política de Estado debe contemplar muchos más aspectos que el mero interés empresarial. Y que muchas organizaciones vinculadas al Software Libre estamos efectiva y jurídicamente constituídas como tales.
Existe un gran número de actores que consideran que la Agenda Digital no es sólo un tema de negocios, sino de democratización de la cultura y el conocimiento. Una política pública no puede ignorar la multiplicidad de voces que promueven aspectos clave como la inclusión social, el acceso a conocimiento, el uso de estándares abiertos y software libre, y esencialmente, la defensa de los Derechos Humanos en entornos digitales por encima de cualquier interés particular en hacer negocios.
Por cierto, no sólo las ONGs relacionadas con Software Libre y Cultura Libre quedaron afuera de la discusión. También los legisladores nacionales, las asociaciones y gremios docentes, los medios de comunicación comunitarios, muchas administraciones provinciales y municipales fueron excluidas de la discusión que quedó prácticamente acotada al interés de las cámaras del sector.
Es llamativo que por ejemplo, Argentina sea este año la meca de los Wikis, con la realización de la Conferencia Mundial de los Proyectos de la Fundación Wikimedia, con Wikipedia a la cabeza, y la Directora de la ONTI no sólo no se da por enterada, sino que elige deliberadamente dar la espalda a estas iniciativas en tren de preservar los intereses de las grandes compañías de software que pujaron por la eliminación de toda mención de Software y Cultura Libre de la Agenda Digital Argentina.
Desde Vía Libre hemos presentado un documento con comentarios y aportes a la Agenda Digital Argentina. Esperemos que ONTI sepa reconocer la oportunidad de entablar una discusión franca y productiva con todo el espectro de la sociedad para la construcción de una agenda digital para todos, en vez de restringirse, como ha hecho hasta ahora, al sector empresarial y sus intereses.
Si la ONTI no abre el debate, será hora de convocar desde otros espacios, como la Cámara de Diputados de la Nación, las Universidades Públicas o los Sindicatos Docentes, a dar por fin una discusión constructiva sobre la Agenda Digital Argentina.