El investigador en seguridad informática Sergio Freitas da Silva, uno de los 32 especialistas convocados por el Tribunal Superior Electoral de Brasil para probar la seguridad de las urnas electrónicas de ese país, logró romper el secreto del sufragio con técnicas de lectura de radiofrecuencia y equipamiento muy económico. “Hice mi experimento en 29 minutos y tuve éxito en el objetivo que me propuse: rastrear la interferencia y grabar archivos”. Según el investigador, logró violar el secreto de las urnas con equipamiento que cuesta 10 reales, que le permitieron grabar las emisiones de los botones de la urna, y luego decodificar las señales para descubrir qué candidato está eligiendo cada votante a través de las denominadas interferencias de Van Eck.
Para realizar el experimento, el investigador tuvo que estar a 20 centímetros de la urna, pero según indicó, esta distancia se puede ampliar notablemente usando antenas de mayor potencia, tal como demostaron los investigadores Martín Vaugnoux y Sylvain Pasini, quienes lograron leer las emisiones de un teclado desde unos 20 metros de distancia. De hecho, en Holanda, las urnas electrónicas fueron retiradas de circulación luego de que un grupo de peritos lograra leer los votos a unos 20 o 30 metros de distancia, usando esta misma técnica.
El experimento no apuntó a manipular votos, sin embargo, logró comprobar que el secreto del sufragio, uno de los elementos indispensables de las democracias, está en riesgo en el sistema electoral de Brasil. Consultado sobre esto, el Tribunal Electoral de Brasil dijo que es imposible hacerlo en una situación real de elecciones, ya que el dispositivo de lectura debería estar cerca de la urna. El TSE dijo que la investigación realizada está en el ‘campo teórico’ pese a que el investigador que realizó el experimento explicó que la posibilidad de hacerlo a distancia es real y concreta.
Tan real y concreta es, que en Holanda y tras un experimento similar, se resolvió abandonar el voto electrónico y volver a votar en papel.