RMS: Qué las discográficas desaparezcan

Fuente: Canal-ar

“Las discográficas nos piden que sintamos vergüenza al descargar música, pero es al comprar un disco en la tienda cuando siento vergüenza porque no apoyo a los músicos”, dijo Richard Stallman, presidente de la Fundación de Software Libre y fundador del Proyecto GNU, en la inauguración de Ciberart hace dos años en Bilbao. Canal AR planteó esta vieja temática a Sergio Marchi, director editorial del portal 10música.com y a Beatriz Busaniche, miembro del consejo ejecutivo de Fundación Software Libre América Latina (FSFLA), quienes no dudaron en emitir sus opiniones al respecto.

Por Nayla Simeone – naylas@canal-ar.com.ar

La industria editorial, en su sentido amplio, anuncia continuamente el inminente fin de la actividad creativa debido a la piratería; y en defensa de la propiedad intelectual, ataca a quienes se considera que intercambian aquellas posesiones ajenas. A continuación, Canal AR reflota una vieja polémica iniciada por Richard Stallman, presidente de la Fundación de Software Libre y fundador del Proyecto GNU, hace dos años cuando dijo que las discográficas debían desaparecer.

“Las discográficas nos piden que sintamos vergüenza al descargar música, pero es al comprar un disco en la tienda cuando siento vergüenza porque no apoyo a los músicos”, señalaba Richard Stallman en la inauguración de Ciberart hace dos años en Bilbao. “Hay que asegurarse de que las discográficas desaparezcan”.

Según el diario “El Mundo”, Stallman, presidente de la Fundación de Software Libre y fundador del Proyecto GNU, que visitó nuevamente España esta semana, aparecía cual mesías de la libertad informática, criticó duramente las amenazas contra los usuarios de redes P2P y pidió la desaparición de los grandes sellos. ¿Qué proponía como solución?: pagar directamente a los músicos por las descargas y que ya no hubiera intermediarios. Identificaba el origen de los problemas de derechos de autor a la existencia del copyright, que es “una restricción a los editores en origen, pero hoy es una restricción al usuario final”.

A fines de abril de este año se celebró el Día Internacional de la Propiedad Intelectual, excusa perfecta para que las principales organizaciones formadas por grandes empresas poseedoras de patentes, marcas y copyrights, lo celebraran con una llamada a fomentar la creatividad mediante el aumento de las protecciones. ¿La amenaza se dirige a la propiedad intelectual o a la particular forma que beneficia a los intermediarios?

Según los acérrimos defensores de la vieja propiedad intelectual, la solución es endurecer las leyes y su ejecución, limitar los derechos de los consumidores y perseguir a quienes infrinjan estos puntos. Lo que habría que tener en cuenta es que desde que la distribución de la creación intelectual ya no está sujeta a objetos materiales (libros, discos, CDs) la propiedad intelectual ha dejado de ser equivalente a la propiedad mueble o inmueble. Y por tanto no debe ser tratada de la misma manera.

Según la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas de Argentina (CAPIF), las consecuencias de la piratería son que 1 de cada 2 discos que se vende en Argentina es pirata; en los últimos 6 años, la venta de discos legales cayó a la mitad, se redujeron fuentes de trabajo genuino, el Estado pierde ingresos porque la piratería no paga impuesto y los autores, compositores e intérpretes no cobran regalías por sus creaciones musicales vendidas en forma ilegal. Por eso lleva a cabo diferentes acciones para luchar en favor de estos puntos.

Sergio Marchi, director editorial del portal 10música.com, en diálogo con Canal AR, comentó: “No es mala la idea de que los músicos hagan sus propios sellos, pero sí una ingenuidad pretender pagar las regalías a los músicos sin pagar a las discográficas que editan sus discos y son las dueñas de los fonogramas”.

Por su parte, Beatriz Busaniche, miembro del consejo ejecutivo de Fundación Software Libre América Latina (FSFLA), comentó a este medio que la cuestión pasa porque las grandes discográficas representan hoy parte del modelo más retrógrado de producción y distribución de cultura. “Representan un modelo que claramente está en jaque con el auge de la digitalización y las redes. Hoy las discográficas deben asumir que Internet y las redes constituyen una nueva, revolucionaria e innovadora forma de distribuir y producir cultura. Es una forma de descentralizar la producción y distribución de cultura, sea en fotos, video, textos, música, programas de computadoras, etc”.

Por otra parte, comentó: “Hoy las discográficas están haciendo lobby para que los gobiernos refuercen leyes que son retrógradas para que garanticen sus intereses. Así, aparatos policiales y judiciales criminalizan adolescentes que intercambian archivos a través de redes, o ponen tecnologías como los DRMs (gestión digital de Restricciones) que ponen en manos de terceros el control de nuestras computadoras y nuestra libertad de leer, ver, escuchar y escribir. ¿A quién se le ocurriría? Pues bien, a las discográficas se les ocurrió y lo están aplicando. Por eso, las grandes empresas de la música, en particular las norteamericanas, nucleadas en la RIAA (Recording Industry Association of America) se han convertido en amenazas para la libertad en entornos digitales. De ahí la declaración de Richard M. Stallman, un eterno luchador por las libertades civiles y los derechos humanos en el ciberespacio”.

Hoy existen muchos músicos que se han enfrentado con discográficas y que trabajan de una forma innovadora. Entre ellos, Pearl Jam publica los bootlegs de sus shows en 24 horas y tienen un servicio de venta de música en su propio sitio. A la vez que han adoptado una licencia Creative Commons para distribuir el video de uno de los cortes de su último disco (recién estrenado en Argentina).

“Algunos ya están viendo cómo hacer sus propios negocios sin privar a la ciudadanía de derechos y sin monitorear a los usuarios de computadoras, ni apelando a un estado policial de vigilancia sin control ciudadano (cuando las corporaciones instalan un DRM, lo que hacen es vigilancia, vigilancia privada, en nuestras propias computadoras, sin ningún tipo de respeto por los derechos de las personas)”, remató Busaniche.

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