La Batalla de las Plataformas

Investigación de “The Economist“, 14/4/01 Parte 4

Quién se llevará el mercado de los servicios en la red?

A nadie se le ocurriría calificar a ADP como una firma de tecnología de punta. A esta empresa, de 50 años, establecida en Roseland (New Jersey), se la conoce mejor por enviar sus cheques de sueldo a más de 29 millones de empleados en todo el mundo. Sus clientes corporativos transmiten la información relevante a ADP electrónicamente y las computadoras de la empresa se ocupan del resto. Para muchas compañías, ocuparse de sus planillas de sueldos en sus oficinas y mantenerse actualizadas con las normas laborales e impositivas siempre cambiantes sería un desperdicio de recursos.

Sin embargo ADP es una pionera de un fenómeno del cual ha estado hablando toda la industria: servicios en la red. Estos servicios en la red dan un paso adelante con relación a las aplicaciones en la red (que se refieren a navegadores que pueden acceder a programas online): se refieren a máquinas que se hablan unas a otras en Internet, o más precisamente, acerca de máquinas que hablan a otras máquinas que hablan a todavía más máquinas, y así sucesivamente–creando una grilla o nube de ofertas electrónicas que se alimentan unas a otras. En este nuevo mundo, un servicio de pago de sueldos, por ejemplo, sería una combinación de otros varios servicios de la red. Una empresa podría tercerizar sus recursos humanos con un proveedor, mientras otra podría llevar la cuenta de las horas trabajadas por los empleados. La firma de la planilla de sueldos también estaría conectada a un servicio que le remite información acerca de los cambios regulatorios y si el dinero debe ser transferido al exterior, a un banco que ofrezca servicios de remesas en divisas. La red se convierte así en una gigantesca computadora distribuída, tal como lo ha estado predicando por décadas Sun Microsistems, el fabricante líder de servidores de la red. E igual que una computadora grande o una PC, esta madre de todas las máquinas necesita un sistema operativo, una plataforma en la que todos estos servicios pueden ser desarrollados.

No sorprende entonces que la industria de la computación ya se esté preparando para otra guerra religiosa sobre cuál será la plataforma que logrará prevalecer. Alineada por un lado se encuentra Microsoft con su plan .NET. Los otros contendores son el resto de los pesos pesados de la industria, todos proclamando estándares abiertos, pero cada uno promoviendo sus propias versiones, ligeramente diferentes. Hewlett-Packard y Sun anunciaron recientemente iniciativas llamadas NetAction y Open Environment (ONE), respectivamente. Los esfuerzos de Oracle llevan el nombre de Dynamic Services, mientras que IBM está girando con su plataforma WebSphere. Y además hay un barco lleno de recién llegados de rápido crecimiento, todavía sólo conocidos por los iniciados, que también están esperando obtener una buena parte del pastel. BEA Systems, una firma de Silicon Valley fundada en 1995, es la más ambiciosa, con su plan de hacer para los servicios de la red y el comercio electrónico “lo que Microsoft hizo para la PC”, como lo expresa en forma grandilocuente su ejecutivo principal, Bill Coleman. La era de los servicios en la red realmente empezó hace varios años, pero sólo los expertos se dieron cuenta, porque sucedió muy adentro del trabajo de plomería en las empresas de tecnología informática. Desde los últimos años de los 80s, la computación en los negocios ha sido dominada por un modelo llamado cliente/servidor, en el cual la mayor parte del procesamiento se hace en el “cliente” del escritorio (terminales inteligentes) y algo en el servidor.

Peter Lewis, un destacado periodista tecnológico estadounidense, comparó una vez este sistema a un restaurante en donde el mozo toma la orden de una hamburguesa, se va a la cocina y vuelve con algo de carne cruda y un bollo. Uno cocina la hamburguesa en la mesa y agrega los condimentos a su gusto. Esto tiene una ventaja: el servicio es más rápido y la comida se cocina exactamente a gusto de uno. Pero también hay serias desventajas. El restaurante tiene que mantener una hornalla en cada mesa; cada vez que la aplicación de un cliente es actualizada, se tienen que instalar copias nuevas en cada computador. Y hay que llevar muchos ingredientes crudos de la cocina a la mesa; grandes cantidades de datos no procesados tienen que ser trasladados del servidor al cliente. Lo que es más, el modelo funciona bien sólo en un restaurante pequeño y con un menú simple. Una vez que se tienen cantidades de clientes, que piden de todo, desde bifes a sushi, es necesario entrenar a los mozos en logística. Para expresarlo en la jerga computacional, si uno tiene muchos clientes diferentes–PCs, computadoras de mano, teléfonos celulares–accediendo a muchas aplicaciones diferentes que corren en distintos sistemas operativos, hace falta un conjunto de programas especializados para ordenar el tráfico.

Cocínelo Ud. o listo para comer?

Desde su eclosión a mediados de los 90s, la Internet ha creado esa diversidad y de esa manera ha provisto el campo de cultivo para una nueva clase completa de software para enlazar todo junto: el “middleware”. Su programa central – que algunos ya llaman el sistema operativo del nuevo mundo del software – es algo llamado el servidor de aplicaciones de la red. Para seguir con la metáfora, ahora se ocupa de cocinarlo todo. En esencia, es un gran contenedor de ingredientes precocidos que los desarrolladores pueden mezclar fácilmente para crear nuevas comidas (o sea, aplicaciones en la red) que entonces se llevan a la mesa (un navegador). Aunque los servidores de aplicaciones en la red son relativamente nuevos, ya son un mercado bastante jugoso. El año pasado generaron ingresos por $ 1.6 millardos, de acuerdo al Giga Information Group, una consultora. La firma espera que la cifra crezca a $ 9 millardos para el 2003. El vendedor líder hasta ahora ha sido BEA, pero las compañías establecidas, que habían descuidado el mercado, están alcanzándola rápidamente. El WebSphere de IBM, dice Giga, está ahora cabeza a cabeza con el WebLogic de BEA; ambos tiene el 24 % del mercado. Lo que convierte a las aplicaciones simples de la red en servicios de red más maleables es algo llamado Extensible Markup Language (XML). Este nuevo lenguaje provee las interfaces estándar necesarias para que distintos servicios en la red se busquen y se encuentren entre ellos, se comuniquen lo que hacen, describan los datos que quieren intercambiarse y luego actúen en consecuencia. Así, el XML se ha convertido en la lingua franca de la nube de los servicios en la red.

Pero el cuadro no sería completo sin Java. Sun, el creador de este lenguaje de programación, originalmente lo proclamó como una tecnología que rompería el candado de Microsoft sobre el escritorio de las PCs. Programas pequeños, llamados applets, escritos en Java estaban destinados a ser distribuídos a través de la Internet y bajados para correr en cualquier computadora, sin importar su sistema operativo. Sin embargo, la proposición de “escríbalo una vez, corre en todos lados” de Java fue corregida rápidamente por desarrolladores cínicos como “escríbalo una vez, corríjalo en todos lados”. La tecnología no estaba madura, y Microsoft, para ponerse a tiro, había escrito un dialecto de Java que operaba solamente en Windows.

Sin embargo, como con muchas nuevas tecnologías, Java resultó tener más éxito en lugares inesperados. Muchos desarrolladores empezaron a usar el lenguaje para escribir aplicaciones para los sistemas más grandes de las corporaciones. Más importante, Java también se ha convertido en lo que los intelectuales excéntricos llaman un “ambiente de desarrollo de aplicaciones”. Esto significa que Java (o, más correctamente, su extensión llamada Java 2 Platform, Enterprise Edition, o J2EE) ahora provee a los programadores con la infraestructura necesaria para crear nuevas aplicaciones–así como Windows es no sólo un sistema operativo, sino también una plataforma sobre la cual se construyen nuevos programas. La mayor parte de las aplicaciones de la red hoy, particularmente las empresarias, están escritas en Java y corren sobre un programa servidor compatible tal como WebLogic o WebSphere.

Lo que les gusta de esto a las empresas es que les permite desarrollar aplicaciones altamente adaptadas rápidamente sin tener que empezar desde el inicio. Fue principalmente esta tendencia hacia la computación centrada en redes que incitó a Microsoft a lanzar su ambicioso plan .Net en junio pasado. Este es un esfuerzo para establecer una plataforma alternativa de servicios en la red, si bien de sabor singularmente Microsoft, desde que la compañía no puede darse el lujo de abandonar a su vaquita lechera, Windows o desprenderse de su pasado propietario. Aunque los gerentes de la firma insisten que .NET está basada en estándares XML, está sin embargo atada a Windows y deja a Microsoft esencialmente en el control. Hasta ahora, sin embargo, mucho de .NET existe sólo en coloridas presentaciones en diapositivas para impresionar a Wall Street y lo que es más importante, para atraer a los programadores que se han ido al mundo de Java y evitar que otros se vayan allí. El activo no contable más valioso de Microsoft ha sido siempre el gran número de programadores que crean aplicaciones para Windows, haciendo así más valiosa la plataforma. Por eso es que en el pasado la empresa siempre ha puesto mucho esfuerzo en hacerles la vida fácil. Por eso es también que la mayor parte de los anuncios relacionados con .NET hasta ahora han estado dirigidos a hacer atractiva la plataforma para programadores. Microsoft ha mostrado recientemente un conjunto de “ladrillos” con el nombre de código HailStorm que incluyen servicios clave, tales como el seguimiento de la ubicación de un usuario o el almacenamiento de su información personal, que los desarrolladores pueden usar para construir sus propios servicios. Y este verano boreal, Microsoft lanzará un conjunto de herramientas de alto nivel para desarrolladores llamada VisualStudio.NET.

La decisión reciente de Microsoft de resolver su pleito de cuatro años con Sun acerca de Java debe ser también vista desde esta perspectiva. Sun ha demandado a Microsoft, invocando que el gigante del software ha violado un acuerdo de licenciamiento al crear una versión de Java que sólo trabaja bien bajo Windows. El acuerdo traza ahora una clara línea demarcatoria entre ambos campos competidores, obligando a los desarrolladores a tomar partido. En esencia, Microsoft abandonará Java y está entusiasmando a los programadores a pasarse a su propio lenguaje del tipo Java, C# (que se pronuncia C aguda–C sharp en inglés) Es demasiado temprano para saber qué campo prevalecerá. El conjunto de Java lleva las de ganar. Su plataforma está muy bien establecida y a diferencia de Microsoft no tiene que arrastrar grandes números de programadores, consultores y usuarios establecidos del viejo mundo del software de la PC al nuevo universo de servicios de la red. Sin embargo Microsoft ha jugado exitosamente a alcanzar al adversario en el pasado, aun cuando sus métodos a veces han sido cuestionables. Y tiene todos los incentivos para convertir a .NET en un éxito: si falla, arriesga perder su posición dominante en la industria de la computación, tal como le pasó a IBM en los 90s.

La empresa ya ha puesto en marcha su formidable máquina de mercadeo. Escasamente pasa una semana sin un nuevo evento o negocio relacionado con .NET. Microsoft puede aún recibir algo de ayuda de sus competidores. Ellos también deben probar que son serios respecto de “cooperar en materia de estándares y competir en la implementación”, tal como lo expresa Sun. La historia del sistema operativo Unix, que se fragmentó en versiones incompatibles porque los rivales de Microsoft no pudieron acordar estándares comunes, es una historia ejemplar. Si comienzan a disputar otra vez, los clientes podrán optar por .NET después de todo. Al menos pueden estar seguros de que estará completamente integrado, porque allí es donde Microsoft es excelente. Es poco probable, sin embargo, que cualquier compañía vaya a dominar los servicios de la red del modo en que Microsoft ha dominado el mundo de la PC–al menos en cuanto las firmas adhieran más o menos a estándares abiertos. Y más que nunca, habrá oportunidades para los integradores de todos los tipos, tal como se ve en el artículo siguiente.

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