La Fundación para el Desarrollo de Políticas Sustentables (FUNDEPS) ha publicado el informe de su observación del uso de urnas electrónicas en las últimas elecciones en Marcos Juárez, incluyendo el siguiente aporte desde Vía Libre:
¿Aprendimos algo en Marcos Juarez?
Como comicios, las elecciones municipales de Marcos Juarez, ejecutadas a través de urnas electrónicas, fueron exitosas: las emisión de los votos fue ordenada, el recuento fue rápido y aceptado tanto por los partidos como por el público, que en gran medida elogió a los dispositivos. Como prueba de tecnología, sin embargo no cumplieron una función útil. Para comprender cómo pueden ser ciertas ambas afirmaciones a la vez, es necesario reconocer primero que el objetivo de una prueba de tecnología no es demostrar que puede funcionar, sino descubrir sus límites, las fronteras del espacio de circunstancias bajo los cuales podemos esperar que funcione bien. En la mejor tradición del pensamiento científico, una experiencia piloto sirve para falsear una tesis, no para confirmarla: si la experiencia sale mal, sabemos que el sistema no es confiable; si sale bien, no sabemos si lo es o no.
En este sentido, las elecciones de Marcos Juarez no aportaron a nuestro conocimiento del sistema, sencillamente porque la aplicación de las urnas se llevó a cabo bajo condiciones ideales: desde el punto de vista político, una elección con pocos votantes y una diferencia muy importante de caudal de votos entre el primer y el segundo partido; desde el punto de vista técnico, votantes de nivel sociocultural alto en una ciudad con buena infraestructura de servicios; desde el punto de vista de seguridad, una contienda en la que no hay mucho en juego, un entorno en el que la empresa proveedora no podía permitirse el menor desliz sin perjudicar sus chances de un contrato mucho mayor el año que viene, y con todos los actores actuando de la mejor manera imaginable por el simple hecho de tener a los medios de la provincia enfocados en el evento.
La misma teoría de juegos, herramienta esencial del análisis de seguridad, nos dice que este resultado positivo en Marcos Juarez es esperable aún si existe la posibilidad e intención de fraude: quienes tuvieran tal posibilidad e intención no las ejercerían en una contienda menor, sino que la utilizarían para legitimar el sistema, reservándose la manipulación para una instancia más decisiva.Ni siquiera la Junta Electoral, que debía velar por la integridad de los comicios, adoptó la actitud escéptica que debía serle propia: su auditoría se limitó permitir que operarios de la empresa proveedora mostraran al sistema en funcionamiento en circunstancias más ideales aún que las de las elecciones mismas.
Bajo condiciones tan favorables, lo sorprendente hubiera sido que la elección saliera mal o se demorara, independientemente de cuál tecnología usemos. Así las cosas, lo que en Marcos Juarez aprendimos sobre las urnas es algo que ya sabíamos: bajo condiciones ideales, funcionan. Bajo condiciones ideales, en efecto, no importa ni siquiera que la urna sea vulnerable: si nadie la explota, cualquier vulnerabilidad es irrelevante.
Extrapolar del resultado de Marcos Juarez que las urnas electrónicas serán igual de útiles en una elección provincial es, cuanto menos, temerario. Serán elecciones más reñidas, en las que habrá poderosos intereses en juego, que contarán con un volumen de votantes ciento veinticinco veces mayor, distribuido en mesas ubicadas en lugares muy diferentes entre sí en términos de infraestructura de servicios, conectividad, seguridad y atención de los medios.
Sabemos que el sistema es vulnerable, ((Una de las vulnerabilidades de las que adolecen estas urnas está descripta en el el sitio web de Fundación Vía Libre: http://www.vialibre.org.ar/2010/09/12/urnas-electronicas-con-imprimir-el-voto-no-alcanza/)) lo único que ignoramos es cuán vulnerable es, tanto a ataques independientes como institucionales, a atacantes externos como a la acción indebida de actores “internos” (la empresa proveedora, sus empleados, el personal de mantenimiento y custodia de las urnas, etc), a factores fortuitos (accidentes) como a factores sistémicos (volumen de votos y la dispersión geográfica).
El resultado favorable de las elecciones en Marcos Juarez era esperable dadas las circunstancias ideales y contando con la intervención solícita, frecuente y benévola aunque no supervisada ((Los fiscales electorales eran alejados de las urnas cuando los empleados de la empresa intervenían en una de ellas, y aún si les hubieran permitido quedarse, es dudoso que pudieran identificar como tal a una maniobra dolosa.)) de personal de la empresa proveedora. Queda una pregunta en el aire: ¿es razonable apoyar nuestra confianza en los resultados de una elección en la buena voluntad de una empresa privada?