En defensa de las capacidades locales: ¿Por qué nos oponemos al desembarco de Baratz en la Biblioteca del Congreso Nacional?

Quienes recibimos habitualmente las novedades de la Biblioteca del Congreso de la Nación nos encontramos esta semana con gran desazón la novedad de un acuerdo con la firma española Baratz para renovar la automatización de los servicios digitales de la biblioteca.

El acuerdo se presenta como una referencia “para el sector bibliotecario mundial, que impulsa el modelo estratégico de alianza público-privada” según indica el comunicado distribuido públicamente el pasado 12 de mayo.

Si bien el acuerdo es elogiado por no suponer para la Biblioteca del Congreso de la Nación un costo en materia económica, la transacción tiene serios costos en relación al acceso al conocimiento, la transferencia de tecnologías, la autonomía funcional de la Biblioteca y constituye un grave antecedente que esperamos se revea en breve.

La Biblioteca del Congreso de la Nación pone su nombre, su prestigio y su colección al servicio del desembarco comercial de una empresa extranjera de software privativo. “Este convenio es parte de la apuesta de Baratz para introducirse y estar en las bibliotecas argentinas y en todos aquellos proyectos bibliotecarios necesitados de automatización”, explicó Juan Repiso, Director General de Baratz en el comunicado que difundió por sus canales oficiales la Biblioteca del Congreso de la Nación. “La Biblioteca del Congreso de la Nación posibilita a Baratz acceder a una institución líder en el país y proyectarse dentro del sector bibliotecario argentino como un referente en el desarrollo de soluciones tecnológicas para la gestión de bibliotecas”.

Esto no sería un problema si el sistema fuera libre o si no existieran en Argentina sendos proyectos de software libre y capacidades estratégicas tanto en el sector público como en la sociedad civil y el sector privado.

¿Por qué consideramos un error este convenio de la Biblioteca del Congreso con Baratz?

En primer lugar, el convenio posiciona a una firma extranjera en un lugar clave y estratégico del mundo de las bibliotecas a nivel nacional y regional. De ahí la oferta ‘generosa’ de ofrecer sus servicios de manera gratuita. Lo cierto es que por más que la institución no tenga que abonar ahora, el tipo de sistema que provee Baratz es software privativo controlado y gestionado por un único proveedor que se asegura así un cliente cautivo de sus servicios a futuro, que además le entrega prensa y promoción de sus servicios e influencia sobre el resto de las bibliotecas locales.

Esto tiene impacto problemático en materia de divisas y regalías ya que esta institución central de la cultura argentina emite un mensaje que legitima el uso de software privativo y lo prioriza por encima del desarrollo local y la posibilidad de utilizar software libre y opciones menos onerosas en términos de licencias y más apropiadas para el desarrollo tecnológico argentino.

Grave es además el hecho de que la Biblioteca del Congreso emita un comunicado que bien podría haber sido el folleto de ventas de la firma española. A esto se suma el hecho de que esta firma europea ofrece un servicio que perfectamente se puede cubrir y desarrollar con talento y recursos locales, en particular porque existen sistemas de software libre de gran penetración en el mundo de las bibliotecas a nivel nacional y regional como la comunidad Koha, VuFind, Omeka, entre otras diversas opciones que no manejan los términos leoninos de licenciamiento restrictivos de los sistemas privativos.

Desde Fundación Vía Libre sabemos que el trabajo de las bibliotecas y archivos es fundamental para el pleno ejercicio del derecho de acceso a la cultura y apoyamos la misión de las bibliotecas en este sentido. Es por eso que lamentamos profundamente la decisión tomada por la Biblioteca del Congreso de aceptar una oferta que, aunque parezca generosa, es una hipoteca a futuro para el mundo bibliotecológico local.

Archivo