El voto electrónico y sus riesgos

Este artículo fue publicado en el Portal de la Universidad Nacional de Rosario, el 15 de abril de 2009. .

Las nuevas tecnologías atraviesan hoy todo nuestro entorno. Tanto es así, que se ha planteado, e implementado en algunos países, la posibilidad de emitir sufragio electrónicamente. Sin embargo, la tecnología que parece que todo lo puede, resulta insuficiente para desplazar y mejorar al sistema de voto tradicional. En el libro recientemente publicado “Voto electrónico: los riesgos de una ilusión”, especialistas abordan este tema.

El libro “Voto Electrónico. Los riesgos de una ilusión”, de los autores Federico Heinz y Alfredo Rezinovsky, fue escrito utilizando un lenguaje accesible y se centra en el análisis de las nuevas tecnologías aplicadas al acto de votar. Asimismo, incluye recortes de prensa de experiencias que muestran la necesidad de poner en duda los discursos que sostienen que el voto electrónico mejora los procesos democráticos, la transparencia, la eficiencia, la economía y la participación ciudadana.

El libro es un esfuerzo de la Fundación Vía Libre, organismo con el que colaboró La Fundación Heinrich Böll de Alemania.

Beatriz Busaniche, editora del libro y egresada de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario, respondió algunos interrogantes acerca del debate que gira en torno a este tópico.

-Los usos de las nuevas tecnologías tiene sus pros y contras, ¿por qué el voto electrónico es una mala alternativa frente al voto tradicional?

Hay que abordar el tema desde la perspectiva de “qué problema se quiere solucionar”. El sistema electoral es algo muy serio como para tocarlo porque sí. Entonces, no se trata de incorporar tecnología por clichés tales como “modernizar” o “agilizar”. De lo que se trata es de analizar exactamente qué problema se quiere solucionar y en función de eso buscar la solución. Hay quienes dicen que el voto electrónico es una solución en busca de un problema, porque cuando se lo justifica, jamás se dice claramente cómo es que va a operar el milagro de la transparencia, la baja de costos, la eliminación del fraude o el fin del clientelismo.

Como generalidad, podemos decir que un sistema que reemplace al voto en papel debería, como mínimo, ofrecer las mismas garantías y posibilidades que el sistema que se pretende reemplazar. Si no es así, el cambio no tiene ningún sentido.

-Tal como lo conocemos, el voto es secreto, universal y obligatorio: ¿serían respetadas estas características en el voto electrónico?

No existe forma de implementar un sistema que garantice esto. Hasta el momento no existe un sistema electrónico que sea simple y fácil de usar (que permita la universalidad tanto en la emisión como en la auditoría) y que a la vez permita garantizar el secreto del voto.
Cuando hablamos de universalidad, nos referimos a que tanto la emisión del voto debe ser universal, como la posibilidad de auditar, lo cual es otro derecho constitucional de los ciudadanos. Cualquier ciudadano, sea maestra de escuela, empleado público, trabajador del Estado, estudiante, docente de cualquier área, debe poder auditar una elección, comprenderla, saber cómo funciona y ejercer su derecho ese domingo en que nos reunimos alrededor de la urna a elegir a nuestros representantes. El voto electrónico nos priva de esta capacidad, que quedaría en manos de un muy, pero realmente muy reducido número de expertos que no conocemos y en los que no podemos delegar un derecho esencial.

-¿En qué parte del proceso es donde está la falencia de este sistema?

Se puede , y de hecho se usa, usar tecnología en varias partes del proceso electoral. Nosotros en el libro definimos específicamente el voto electrónico como el acto de emitir el sufragio usando una computadora. Ahí es donde está la principal falencia. También existen sistemas de votación por internet, que afortunadamente no están tan difundidos, porque son los más peligrosos de todos.

-¿Por qué cree que no se ha podido implementar aún un sistema de voto electrónico que sea fidedigno y confiable?

Básicamente porque los sistemas informáticos no son tan maravillosos como la gran mayoría de la gente cree que son. Porque los sistemas informáticos no son tan confiables como la mayoría de la gente cree que son. El problema en el caso del voto es que es imposible encontrar un sistema que sea auditable y que a la vez permita asegurar el secreto del voto.

Muchas veces oímos decir cosas tales como “si usamos el cajero automático para gestionar nuestro dinero, cómo no vamos a usar urnas electrónicas para votar?”. Este ejemplo es excelente para apreciar el problema: en el cajero automático, no se confía en el cajero en sí, en la computadora que se utiliza, sino que se confía en todo el sistema de auditoría que hay alrededor, incluyendo el hecho de que jamás se abre un cajero sin que haya al menos dos personas adelante, o que existen sistemas de validación de identidad de quien lo usa muy probados, incluso se suman cámaras de seguridad para validar que aquel que está usando el cajero es quien dice ser. Esto es exactamente lo contrario para una urna electrónica, donde en plan de mantener el secreto del voto, lo último que debe hacer la urna es identificar al votante.

Las computadoras además son sistemas que fallan, que muchas veces tienen errores, que pueden programarse para hacer alguna cosa no deseada, y que además son sensibles a la manipulación externa.

Sin embargo, esta no es la razón central para oponerse al voto electrónico. La razón central es la que usó la corte constitucional de Alemania para declarar que el uso de urnas electrónicas es inconstitucional: el acto electoral es un hecho ciudadano por excelencia, por lo tanto cualquier ciudadano o ciudadana con educación básica provista por el Estado y garantizada por la Constitución debe poder comprender cómo funciona su sistema electoral.

El uso de urnas electrónicas introduce una caja negra incomprensible para el común de la gente, y por tanto, inauditable para quienes tenemos derecho a auditar, y de hecho lo hacemos elección tras elección como presidentes de mesa o fiscales de partidos.
Hay quien da como ventaja del voto electrónico el hecho de que no van a hacer falta fiscales. Esto es cierto, no harán falta fiscales, porque lo que se elimina no es la necesidad de fiscales, sino la posibilidad de fiscalización.

-¿Qué experiencias se han realizado como para llegar a estos resultados?

Muchísimas. Holanda, luego de 16 años de usar voto electrónico, resolvió volver a papel en 2008. Tras años de intentos infructuosos de mejorar un sistema que sistemáticamente arrojaba problemas, errores e incluso violaciones del secreto del Voto.

La corte constitucional alemana emitió un fallo ejemplar, prohibiendo el uso de urnas electrónicas por violar el principio de auditabilidad, el principio de que las elecciones son un acto público, que mediado por computadoras perdía este atributo básico de cualquier democracia.
En los EEUU, los casos se han repetido incansablemente desde el año 2000 y muchos condados (la autoridad electoral en EEUU son los condados) han tenido que volver a papel para el año electoral pasado.

En Argentina, el caso de Las Grutas documentado en el libro es otro dato evidente de los problemas que puede traer esto para la vida ciudadana.

-¿Cree que en algún momento podremos implementar una instancia superadora al voto en papel?

Yo cambiaría la pregunta y me preguntaría si en algún momento podremos implementar un sistema que nos permita votar mejor, y ejercer mejor nuestra ciudadanía. Sacaría el presupuesto de que tecnología es superación necesariamente. En este caso es claro retroceso.

Luego, si como instancia superadora entendemos, solucionar los problemas, lo que tenemos que hacer es evaluar el problema en sí y buscar una solución. Por ejemplo, históricamente en una mesa de votación hay un padrón que no supera las 300 personas por mesa (eso ya es un número alto, lo ideal es no más de 250), en las elecciones del 2007, por falta de autoridades de mesa y otras razones, el número de votantes por mesa fue de cerca de 400. Entonces, si lo que queremos es reducir las largas colas a la hora de votar, lo que hay que hacer es cortar el padrón de modo tal que no haya más de 200/250 votantes por mesa cada día.

Si el problema es la falta de boletas, podemos pensar en implementar boleta única, o alguna otra modalidad por el estilo. Si lo que falta son autoridades de mesa, esto no lo vamos a solucionar reemplazando fiscales por computadoras, hace falta más conciencia cívica, y que la gente aprecie el acto de ir a fiscalizar las elecciones como un derecho y un deber a cumplir.

Si lo que queremos es terminar con el clientelismo político podemos pensar metodologías diversas, pero la primera es erradicar la pobreza y fortalecer la ciudadanía. A quién se le puede ocurrir que por poner una computadora para votar, vamos a revertir la tendencia a vender el voto por un pancho y una coca, o por un turno en un hospital o por un par de zapatillas. Eso no se soluciona con tecnología.

Los problemas sociales y políticos se solucionan con proyectos sociales y políticos, no con tecnología. La tecnología puede mejorar un problema técnico, pero jamás será una solución milagrosa a los problemas de la política.

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