Control para todos

Por Beatriz Busaniche para Plaza de Mayo

Biometría, tecnologías para el control social

Desde el 17 de abril, toda persona que pasó por el control migratorio en aeropuertos y puertos internacionales de Argentina se encontró con la reciente implementación del sistema biométrico para la identificación de todas las personas que atraviesan la frontera.

En las pantallas del Aeropuerto de Ezeiza en la Provincia de Buenos Aires, principal puerta de salida al exterior en Argentina, se puede apreciar un video promocionando el plan generalizado de registro biométrico implementado desde finales de 2011 para todos los habitantes del suelo argentino.

El sistema denominado SIBIOS consiste nada menos que en una base de registro de datos biométricos masiva que incluye no sólo las huellas digitales de los diez dedos de las manos de todos los ciudadanos, sino también un escaneo facial que permite identificar a una persona en tiempo real con sólo tomar una fotografía y registrar su huella digital. Esta base de datos está centralizada y en manos de las fuerzas de seguridad.

No sólo no sabemos cuáles son los recaudos que se tomarán en relación a la preservación, protección y accesibilidad a esta base de datos, sino que además no sabemos cuáles son las razones efectivas que justifiquen la implementación de un sistema de monitoreo y vigilancia masivo tan extendido y generalizado en nuestro país.

Consultados sobre la razón del registro en Ezeiza, los funcionarios a cargo indicaron que el uso de biometría allí no tiene que ver con la identificación de las personas (que se hace con el pasaporte) sino que se están recabando los datos, es decir, el registro en Aeropuerto es para “formar” la base de datos, no para identificar al ciudadano que ingresa al país.

Este tipo de registro tan invasivo no es común en el mundo. En los EEUU aplican registro biométrico sólo a los extranjeros que visitan el país, pero no a los ciudadanos norteamericanos cuando ingresan y salen de su país. Aeropuertos extremadamente vigilados como Heathrow en Londres o Ben Gurión en Tel Aviv tampoco aplican medidas de esta naturaleza.

El registro biométrico implementado en los aeropuertos argentinos es parte del plan de registro generalizado que está implementando el gobierno argentino como política de estado, que prevé registrar de manera masiva a todos los residentes y visitantes de Argentina con el único argumento de velar por la seguridad. Nada se sabe hasta el momento sobre la forma en la cual el Estado va a gestionar esta base de datos, quiénes tendrán acceso a ella y cuáles serán los recaudos de protección de datos que tendremos los ciudadanos ante semejante recopilación compulsiva. Lo cierto es que a partir de ahora, el Estado podrá cruzar todos esos datos biométricos, con nuestro domicilio, datos personales filiatorios, nuestras declaraciones impositivas (AFIP también tiene registro biométrico) nuestras entradas y salidas del país y podrán indagarnos en cualquier control de seguridad, sea callejero, en rutas o en ciudades con el sólo uso de nuestra huella digital y datos biométricos faciales. En síntesis, todos somos sospechosos hasta que se pruebe lo contrario.

Ningún país del mundo ha implementado sistema semejante, ni siquiera aquellos donde la doctrina de la seguridad se impuso hace rato sobre la defensa de los Derechos Civiles. La iniciativa de SIBIOS hará mucho más que expandir el número de huellas dactilares digitalizadas a las que la policía federal tendrá acceso. De acuerdo al discurso de la Presidente Fernández de Kirchner, el SIBIOS estará completamente integrado con las bases de datos de identificación, que además de los identificadores biométricos, incluyen imagen digital, estado civil, grupo sanguíneo y otras informaciones básicas que se recolectan desde el nacimiento y a través de la vida de las personas. Además, no sólo la Policía Federal tendrá acceso a este sistema integrado. SIBIOS fue diseñado para el uso de otras fuerzas de seguridad y organismos, incluyendo la Dirección de Migraciones, la Policía Aeroportuaria y la Gendarmería Nacional, incluso estará disponible a las fuerzas policiales y entidades provinciales, a través de un Acuerdo con el Estado Nacional.

Preocupa que el Estado avance así sobre un derecho constitucional consagrado en el artículo 43, que garantiza el derecho de habeas data y sobre las garantías de protección de la intimidad que también son derecho constitucional en Argentina. La complejidad del asunto, y la falta de información suministrada por parte de los encargados de la implementación del sistema hacen que no se haya dado discusión pública sobre las condiciones bajo las cuales los oficiales públicos tendrán acceso a los datos. Los promotores de SIBIOS argumentan que el programa facilitará la aplicación de la ley y el acceso en tiempo real a los datos de los individuos, sin embargo las precauciones mínimas usadas para prevenir la vigilancia masiva por parte del estado siguen siendo una incógnita.

Para nuestra alarma, en su discurso de lanzamiento de la iniciativa en noviembre pasado, la Presidente Fernández de Kirchner ha ido mucho más allá, al punto de abrazar el potencial de vincular el sistema de registro facial obtenido a través de las cámaras de vigilancia en la vía pública con las imágenes obtenidas a través de sistema SIBIOS. Gracias a
que las tecnologías son cada vez más accesibles, las cámaras callejeras de videovigilancia están hoy en todas partes, por lo que esta funcionalidad es particularmente peligrosa, y tiene el potencial de llevar a un sistema de vigilancia política generalizada.

Los argumentos de Fernández de Kirchner de que SIBIOS ofrece “un salto cualitativo en la seguridad y en la lucha contra el crimen” son alarmantes y representan otradesviación más del propósito original con el cual fue creada la base de datos del RENAPER. Este argumento es engañoso, y falla en analizar seriamente los riesgos de SIBIOS y las limitaciones e impactos que tendrá en las libertades civiles y la protección de datos personales. Una y otra vez, hemos escuchado el dudoso argumento retórico de que la biometría es necesaria para luchar contra el crimen e incrementar la seguridad. De hecho, estas bases de datos biométricas masivas son un foco de atención de información sensible en riesgo de ser explotada también por criminales y estafadores de todo tipo. Por otro lado, la vigilancia generalizada y la retención de datos masivos en manos del estado pueden ser usados para diversos fines, entre ellos, presionar a disidentes políticos, controlar la protesta social, trazar un mapa de las actividades de ciertas personas, incluyendo periodistas, militantes sociales y activistas.

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