Por Federico Heinz
Internet ha hecho realidad un sinnúmero de ideas que, en mi adolescencia, leí como artefactos de remota ciencia ficción. Usando mi computadora y una conexión relativamente barata, hoy puedo acceder a vastas bibliotecas de ciencia, literatura, arte, música, cine, sin salir de mi casa. Puedo hacer llamadas telefónicas con vídeo, como en “2001”. Puedo estar en contacto y cooperar diariamente con personas que están desparramadas por el planeta. Puedo publicar un texto minutos después de escribirlo, y comunicar mis ideas y experiencias con cualquiera que quiera leerlas, sin necesidad de pasar por el filtro de editoriales, ni requerir la ayuda de autoridades de mi país para mediar mi interacción con gente de otras partes del mundo.
Esto asusta a mucha gente. Pocas cosas hay más peligrosas que dejar que la gente hable entre sí. Los que están acostumbrados a ejercer poder intermediando nuestras comunicaciones están aterrados, y un reciente episodio que involucra a Wikipedia ilustra algunas de las cosas que están haciendo para mantenernos bajo control.
Según nos cuenta Patricio Lorente, el tema es que la Internet Watch Foundation (Fundación Guardia de Internet) decidió poner en su lista negra a la página de Wikipedia dedicada al álbum Virgin Killer (Asesino de Vírgenes, 1976) de la banda alemana Scorpions, porque en él se mostraba una imagen de la controvertida tapa del álbum, la fotografía de una niña preadolescente desnuda.
La torpeza del accionar de IWF es casi tranquilizadora: no sólo intentaron censurar una imagen que está disponible en cualquier disquería, en muchas bibliotecas públicas, catálogos y revistas, sino que además lo hicieron en un sitio de altísimo perfil como Wikipedia, y de tal modo que no sólo bloquearon esa página, sino también gran parte de la funcionalidad del sitio, con lo que fue imposible no darse cuenta que algo estaba seriamente roto. Lejos de impedir la difusión de la imagen, el revuelo que se armó produjo que fuera vista por muchas personas que no sabían de su existencia (entre ellas yo, probablemente también quien esto lee).
Mientras la censura esté en manos de tamaños incompetentes, estamos relativamente a salvo, y la de IWF a Wikipedia fue finalmente levantada. Aún así, el hecho de que tantas personas hayan sido afectadas por ella nos llama la atención sobre un fenómeno nuevo: la privatización de la censura.
IWF es una entidad privada, financiada por la mayoría de los proveedores de Internet del Reino Unido para que les provea de listas negras de “contenido ilegal”. Los proveedores luego usan esa lista para filtrar lo que proveen a los usuarios: si algo está en la lista negra, en el Reino Unido es inaccesible. Lo interesante es que IWF no tiene potestad de declarar si algo es ilegal o no (eso es atribución de los jueces), pero su lista negra tiene más fuerza que la ley: si IWF decide que algo no debe leerse, no se lee. Y punto.
¿Quién le dio a estos señores un poder mayor que el de la Justicia sobre qué pueden leer los ciudadanos? ¿Quién controla qué es lo que bloquean? ¿Cuál es la pena que les aguarda si bloquean algo que no debían? ¿Están informados los usuarios del Reino Unido de que sólo tienen acceso a una Internet censurada de acuerdo a criterios corporativos? El propio gobierno del Reino Unido debería estar declarando ilegal la actividad de IWF, pero es improbable que lo haga: al fin y al cabo, ellos también quieren mantener a las personas vigiladas e inermes.