Artículo 13. Bienvenidos a la Pesadilla

El Parlamento Europeo debate una nueva directiva de Copyright que contiene cláusulas reñidas con el estado de derecho, la libertad de expresión y el acceso a la cultura. El famoso artículo 13 contiene cláusulas que amenazan destruir el ecosistema de internet europeo a la vez que promete dañar definitivamente la capacidad de acceder a la cultura libremente en línea. En esta línea, tendencias como esta no tardarán en llegar a Argentina, donde la responsabilidad de Intermediarios será debatida una vez más en este 2019.

¿De qué se trata?

El parlamento europeo trabaja en una nueva directiva sobre los derechos de autor en el mercado único digital. Como tal, debe ser aprobada por todas las instancias del gobierno de la Unión Europea para luego ser implementada en las legislaciones nacionales de los países que la integran.

La directiva incluye dos artículos especialmente problemáticos desde el punto de vista del acceso a la información y los derechos culturales.

Por un lado, el artículo 11 que genera un tipo de protección especial para los medios de comunicación tradicionales y crea una especie de gravamen sobre las plataformas desde las cuales habitualmente se enlazan contenidos a esos medios de comunicación. Es lo que en la jerga del campo se denomina el “link tax” o “impuesto al link”, a ser percibido por los medios de comunicación y pagado por las plataformas de Internet que reproduzcan o pongan a disposición de público las noticias de aquellos editores. Para resumir, compartir un enlace y un fragmento (snippet) de un artículo de noticias en un blog, en un sitio web, en una red social, sin la debida licencia por parte del editor de la misma será una violación de copyright, incluso si la noticia fue publicada 20 años atrás. Muchas referencias bibliográficas, servicios de noticias, enciclopedias, blogs, entre otros tendrán que “limpiar” sus contenidos para no entrar en infracción o serán deudores del pago de una licencia a los titulares de esos derechos.

Pero esto no es todo, el aspecto más problemático de la nueva directiva es el artículo 13, que contiene la obligación de establecer medidas técnicas de prevención de la reproducción de obras bajo derechos de autor. El artículo 13 implica un cambio radical en lo que hace a regulaciones de Internet y promete dañar definitivamente la posibilidad de publicar obras por fuera de la autorización de los grandes grupos de la industria del entretenimiento.

El cambio más profundo incluido en el Artículo 13 es la obligación de las plataformas de internet de controlar lo que publican los usuarios de manera preventiva. En regulaciones como la DMCA (Digital Milennium Copyright Act) de los EEUU, las empresas de internet son responsables de los contenidos en infracción de copyright que publiquen sus usuarios si no responden de manera diligente ante una notificación de los afectados. Esto es lo que se conoce como el sistema de Notice and Take Down (Notificación y Baja).

El paradigma que conlleva el Artículo 13 establece una obligación mayor para las plataformas: torna mandatorio que las mismas controlen lo que comparten los usuarios de forma permanente para evitar directamente la publicación de materiales en infracción.

Allí es donde entran en acción lo que se conoce como los Copyright Bots, sistemas automatizados, entrenados para detectar obras bajo copyright para detectar las posibles infracciones en las plataformas en línea. Obviamente, la tarea de controlar todo lo que se publica es imposible si no se cuenta con este tipo de sistemas entrenados para tal fin. Estos sistemas detectan la reproducción de obras y bloquean de manera automática las mismas, incluso en casos en los cuales la reproducción puede ser perfectamente legal por flexibilidades al derecho de autor y/o términos de uso justo.

Dos actores clave están actualmente dando forma al definitivo artículo 13: Francia y Alemania. La posición francesa es más extrema en favor del lobby de la industria del entretenimiento y propone que la obligación de monitorear del Art. 13 se aplique a todas las plataformas, independientemente de su tamaño. Según los legisladores franceses, las plataformas deben demostrar que han hecho todo lo posible para prevenir la publicación de obras bajo copyright. En caso de pequeños y medianos negocios, pueden o no usar filtros, sin embargo, serán los tribunales los que definirán si tiene responsabilidad o no.

Por su parte, los alemanes tienen otra posición más matizada: el artículo 13 debería aplicarse sólo a los grandes jugadores. Compañías europeas con una facturación inferior a los 20 millones de Euros al año deben quedar excluidas para no dañar las start ups europeas.

Sin embargo, en las últimas horas se conoció un nuevo borrador filtrado al público (las negociaciones no son públicas y dependemos de filtraciones para saber qué se cocina detrás del lobby de la industria) parece haber un consenso entre alemanes y franceses en una posición que es aún peor que las que conocimos hasta ahora. El artículo 13 sigue firme, y se aplicaría a empresas con menos de 3 años en el mercado, menos de 10 millones de euros anuales de facturación y menos de 5 millones de visitantes únicos por mes.

Esta propuesta obliga a prácticamente todo el ecosistema de internet europeo a aplicar los famosos filtros de subida y constituye un impacto extremo en la posibilidad de publicar obras derivadas, memes, videos pedagógicos, mash ups, bromas, y casi cualquier cosa que producen los usuarios de internet. Estos filtros son lo que en Europa ya se ha dado en llamar Máquinas de Censura.

Si esto prospera, casi cualquier publicación que se comparta en línea deberá contar con permisos previos de las “máquinas de censura”, algoritmos que no pueden distinguir entre una infracción de copyright del uso de una excepción para parodia, crítica o educación. Estos sistemas cambiarán la web de manera radical, en la cual los grandes jugadores de la industria del entretenimiento tendrán el poder de controlar todo lo que se publique.

El ecosistema de los pequeños y medianos jugadores será, sin dudas, el más afectado. Como siempre, las grandes plataformas, con su arsenal de abogados y capacidad económica podrán afrontar las demandas de la industria del entretenimiento. Los más pequeños y los canales particulares en redes sociales como youtube, simplemente tendrán que dejar de existir.

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