Elecciones en la República Democrática de Congo. Repercusiones en Argentina

Este artículo fue publicado por Página 12 en su edición del jueves 17 de enero de 2019.

Escándalo por el voto electrónico en el Congo

Las máquinas de Ibarra haciendo de las suyas
El principal candidato opositor en la República Democrática del Congo denunció fraude en las elecciones presidenciales. En la votación se usaron las terminales de voto electrónico que habría encargado en 2016 el entonces ministro de Modernización. “En el Congo pasó todo lo que advertimos que podía pasar con estas máquinas”, enfatizó Beatriz Busaniche, de la Fundación Vía Libre.

Por Alejandra Hayon

AP Photo / John Bompengo

AP Photo / John Bompengo

La República Democrática del Congo atraviesa una crisis política desde el pasado 11 de enero pasado cuando el principal candidato de la oposición denunció fraude en las elecciones presidenciales y desconoció los resultados. La oposición no fue la única en advertir las irregularidades, también lo hizo la Iglesia católica que desplegó 40.000 observadores. El papelón electoral llegó a la ONU y a la prensa internacional: el Financial Times accedió a una filtración de los que serían los resultados reales y confirmó que el opositor habría ganado por lejos. Pero cuál es la conexión con la Argentina: el Congo usó para estas elecciones las máquinas que habría encargado el entonces ministro Andrés Ibarra en 2016, incluso antes de aprobarse la ley para instaurar el voto electrónico que finalmente fue descartada por las vulnerabilidades del sistema. “En el Congo pasó todo lo que advertimos que podía pasar con estas máquinas”, enfatizó Beatriz Busaniche, una de las voces más críticas contra el voto electrónico.

A pesar de que finalmente la Justicia sobreseyó a Ibarra por no poder probar la transacción por la que había sido denunciado, en junio de 2018 los diarios The Washington Post y The New York Times publicaron una investigación de la Asociated Press en la que se informaba que las maquinas que se utilizarían para votar en los comicios nacionales del Congo habían sido “creadas para las elecciones argentinas de 2017”.

Algunos datos confirmaban esta teoría: los manuales y demos explicativos estaban cargados en español y con los nombres de los candidatos argentinos y las características de las terminales correspondían a las presentadas durante el debate nacional en el Congreso para instaurar el voto electrónico, que finalmente no prosperó. Desde la Coalición No al Voto Electrónico, integrada por Vía Libre, Transparencia Internacional e investigadores del Conicet, entre otros expertos, denunciaron estas llamativas similitudes y agregaron que el número de máquinas enviadas allí coincidían casualmente con la cantidad de mesas del padrón electoral argentino.

“Que las máquinas que se usaron en el Congo fueron diseñadas para la elección de Argentina no hay ninguna duda y ningún funcionario lo puede negar porque está totalmente probado. En las elecciones del Congo pasó todo lo que dijimos que podía pasar, las máquinas no sólo no evitaron el fraude sino que profundizaron la crisis porque la gente fue a votar con desconfianza”, explicó a Página/12 Beatriz Busaniche, directora de Fundación Vía Libre.

Según la investigadora, en su debut en las elecciones congoleñas las máquinas no otorgaron transparencia, no sirvieron para garantizar la integridad del proceso electoral y se desconoce si garantizaron el secreto del voto.

La polémica por los resultados electorales creció en los últimos días luego de que el Financial Times accediera a filtraciones de los que serían los números originales de las elecciones. Los resultados oficiales informados por la Comisión Electoral congoleña dieron como ganador al candidato Felix Tshisekedi por el 38,57 por ciento de los votos, con una diferencia de apenas 4 puntos sobre el otro candidato de la oposición, Martin Fayulu, que obtuvo el 34,8. Fayulu denunció fraude y calificó el resultado como un “golpe electoral” armado entre Tshisekedi y el presidente Joseph Kabila, en el poder desde 2001.

“Las organizaciones de la sociedad civil denunciaron que hubo dos tipos de fraude: que los padrones fueron inflados con seis millones de votantes que no estaban en condiciones de votar y que se encontraron máquinas en poder de funcionarios. Esto último quiere decir que se rompió la cadena de custodia de las máquinas y se imprimieron votos para recargar urnas”, aclaró Busaniche sobre las denuncias concretas del fraude.

Lo interesante, según aclara la especialista, es que estas dos posibilidades de fraude, la de cambiar padrones y urnas, son las mismas que existen con el voto en papel lo que contradice a quienes decían que el voto electrónico terminaba con las posibilidades de fraude del sistema electoral tradicional. “Queda descartada la idea de que el voto electrónico soluciona las posibilidades de hacer fraude. Todo lo contrario, las amplifica y obtura las formas de control porque si no sabés cómo funciona la maquina, los mecanismos de control que tienen los partidos y la ciudadanía se pierden”, opinó.

-¿Las máquinas son las mismas que las diseñadas para Argentina?

-No hay duda. Las boletas que imprime son las mismas, tiene la misma pantalla de 21 pulgadas especialmente diseñada para acá, que se aparta de los estándares internacionales, y los manuales y la demo con los nombres de nuestros candidatos… La única diferencia con el diseño original argentino es que las argentinas tenían una impresión en la boleta y un chip RFID, de identificación por radiofrecuencia, que por un tema de costos la última camada que mandan al Congo se lo cambian por un código QR.

-¿Cuáles son las posibilidades de fraude?

-No sabemos más de lo denunciado por las organizaciones de la sociedad civil pero al informatizar el proceso de votación habilitás puntos de ataque que no estaban previstos en el papel. Todos los sistemas informaticos tienen vulnerabilidades, el punto es quién los conoce y qué capacidad de ataque tenés sobre esas vulnerabilidades. Estas terminales se usaron por primera vez ya que la empresa Miru Systems Co. no tiene antecedentes en producir este tipo de máquinas.

-¿Cuáles fueron las fallas más graves?

-Como regla general, no hay sistema que permita cuidar el secreto, la integridad y la transparencia del voto, los tres principios fundamentales que tiene que custodiar un sistema electoral. En el Congo las máquinas fallaron en un 25 por ciento, hubo fallas en los centros de votación, fallas en la cadena de custodia y distribución de las máquinas y roturas en los aparatos. Resultó ser un fiasco, en los países más desarrollados del mundo se vota con boleta única y de papel.

-¿Creé que el Gobierno va a volver a instalar el debate por el voto electrónico?

-Ya lo están haciendo en la provincia de Buenos Aires donde la Comisión Bicameral que analiza si desdoblan o no las elecciones también va a recomendar con qué instrumento votar, si con papel o con voto electrónico en alguna parte del proceso. En la Ciudad ya quedó instaurado en el nuevo Código Electoral, incluso con el aval de parte de la oposición. Las elecciones porteñas son un claro ejemplo de las vulnerabilidades que tiene el voto electrónico. Nosotros encontramos dos: que las máquinas permitían la posibilidad de cargar más de un voto por cada chip, lo que llamamos multivoto, y una clara deficiencia en la seguridad de la trasmisión de los datos, que fue vox populi un colador. La auditoria que encargó el Tribunal Electoral después de las elecciones nos dio la razón y un fallo judicial estableció que el sistema de seguridad era vago.

Archivo