Internet bajo vigilancia

Este artículo fue publicado en Tiempo Argentino, el 15 de junio de 2013.

Por Beatriz Busaniche

“Internet es un estado de vigilancia. Lo admitamos o no, nos guste o no, estamos siendo rastreados todo el tiempo”, declaró casi premonitoriamente Bruce Schneier a CNN en marzo pasado. La revelación del programa PRISM filtrada a través de los diarios The Guardian y The Washington Post es la confirmación de un secreto a voces: las agencias de inteligencia trabajan de manera coordinada con algunas grandes empresas de tecnología y telecomunicaciones, aprovechando la ventaja que significa que la mayor parte del tráfico de la red pase por territorio norteamericano.

El programa de monitoreo masivo de las comunicaciones por parte de las agencias de inteligencia no sólo no es nuevo, sino que tampoco es ilegal. EE UU cuenta con un marco jurídico llamado FISA (Foreign Intelligence Surveillance Act, por su sigla en inglés) que permite monitorear bajo cláusulas secretas las comunicaciones de extranjeros.

El hecho de que la noticia haya cobrado la dimensión pública que cobró ayuda a vislumbrar el estado de situación en que vivimos. Nuestro mundo está plagado de dispositivos diseñados para detectar, vigilar y seguir a las personas. No se trata de seguimiento personalizado de algunos individuos, sino de un sistema sociotécnico capaz de rastrear y almacenar prácticamente todos nuestros movimientos y nuestras comunicaciones. El drástico crecimiento del monitoreo mediado por la técnica es una característica central de nuestro tiempo y debe ser objeto de preocupación creciente.

Las empresas se nutren de nuestra información, no sólo las de tecnología, también las de servicios, en particular los financieros, y muchos gobiernos aprovechan esto para avanzar sobre el control de las sociedades, bajo condiciones de total asimetría con la ciudadanía.

La magnitud del escándalo es clara y significa mucho tanto en términos de Derechos Humanos como en términos estratégicos, geopolíticos y diplomáticos. Los gobiernos del mundo que defienden los Derechos Humanos no pueden dejar pasar un acontecimiento de esta naturaleza así sin más.

En su reporte del mes de abril, Frank La Rue, relator de Libertad de Expresión de las Naciones Unidas, ya enfatizaba sobre los peligros de subsumir la privacidad a los argumentos de la defensa y la seguridad y advertía sobre legislaciones como FISA, por lo que significan en relación a los Derechos Humanos: “El uso de conceptos amorfos de seguridad nacional para justificar la limitaciones invasivas al ejercicio de derechos humanos causa una gran preocupación.”

Estas noticias nos obligan a mirar con atención el entorno de Internet y las políticas de monitoreo y vigilancia, que no son exclusivas de los EE UU pero que tienen allí enorme desarrollo. Muchos gobiernos del mundo están avanzando en estas iniciativas, pero con el correr del tiempo, muchos somos también los ciudadanos organizados para defender los derechos fundamentales en el entorno de Internet.

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