¿Llegó la hora del voto electrónico?

Este artículo fue publicado por el Portal Punto Gov en su edición del 16 de Julio de 2009.

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El Gobierno anuncia un debate sobre la reforma política y electoral. Desde la oposición reclaman incluir al voto electrónico en la discusión. Los argumentos a favor y en contra.

Por Sabrina Díaz Rato

El anuncio del Gobierno nacional de abrir el debate sobre la reforma política permitió la reaparición de la discusión del voto electrónico. Desde el PRO y el Acuerdo Cívico y Social se manifestaron a favor del “e-voto”, que consiste en el uso de computadoras o urnas digitales que ejecutan un programa o software para los actos de sufragio electoral.

Felipe Solá, diputado nacional electo por Unión PRO, sostuvo que la “modificación de reforma electoral debe centrarse en el voto electrónico en un proceso de acá a dos años, para no poner excusas que es un proceso largo”. En la misma línea, Federico Pinedo, titular de la bancada del PRO en la Cámara baja, también se manifestó a favor del sistema: “Hay que terminar con el fraude y los ejércitos de fiscales”, dijo el legislador opositor, quien señaló al debate convocado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner como “un muy buen inicio”, pero siempre y cuando se incorporen la boleta única y el voto electrónico.

El ministro de Desarrollo Económico del Gobierno porteño, Francisco Cabrera, defensor del voto electrónico, explicó a PuntoGov que “el PRO ha propuesto la boleta única como paso previo para una eventual implantación del voto electrónico. Como muchas figuras del partido han propugnado el voto electrónico, se está trabajando en un proyecto legislativo”.

Debate porteño

Especialistas en tecnologías de la información y la comunicación (TIC) ponen reparos y objeciones al “e-voto”. Al respecto, Cabrera replicó que “los expertos en informática rechazan el voto electrónico citando en la mayoría de los casos factores que no tienen que ver con la propia seguridad informática: supuesta complejidad, posibilidad de sustitución de la urna o de remover su contenido o problemas con la electricidad. Casi todo esto puede ocurrir con las urnas convencionales. Pero ningún experto en informática cree que pueda alterarse la votación o la transmisión de datos sin dejar rastros si el sistema está correctamente montado”.

En cambio, para Martín Hourest, legislador porteño por el bloque Igualdad Social, sostuvo a PuntoGov que “existen numerosas razones de índole técnica que cuestionan seriamente la implementación del voto electrónico”. En ese sentido señaló que las experiencias en el estado norteamericano de Ohio, y en el balneario rionegrino de Las Grutas, “demuestran lo fundado de las advertencias que hace años vienen marcando los técnicos sobre los peligros del voto electrónico”.

El legislador opositor al macrismo en la Ciudad afirmó que “la discusión sobre el voto electrónico pretende zanjar a través de una cuestión puramente instrumental problemas cuyo origen no tienen nada que ver con la tecnología. Existen problemas políticos que desaconsejan fuertemente la incorporación de este tipo de tecnología en las elecciones. El clientelismo, el robo de boletas, la falta de fiscales y, eventualmente, algún tipo de micro fraude electoral son problemas de índole esencialmente política”.

En el Gobierno nacional las posiciones pareciera que no son homogéneas. Según publicó el diario Página/12 el 11 de julio, en la opinión de un alto funcionario de la Casa Rosada el voto electrónico “sería un tema conflictivo que embarraría más la cancha en vez de poner orden”. Incluso, agregó la fuente, “si antes de cada elección nos acusan de que vamos a hacer fraude, como ocurrió en la del 28 de junio, habiendo presidentes de mesa, fiscales generales y fiscales, no me quiero imaginar qué nos dirían con el voto electrónico”.

Mientras tanto, en la provincia de Salta, la semana pasada se estrenó la votación electrónica en las elecciones de internas abiertas y simultáneas del Partido Justicialista. En ese comicio se eligieron candidatos para senadores y diputados provinciales para las elecciones de renovación de la Legislatura y los Concejos Deliberantes, previstas para el 27 de septiembre. Por un lado, se llevó a cabo el empadronamiento electrónico en la ciudad de Güemes mediante un padrón electoral asociado a las huellas digitales (biometría) y foto del votante. Por otro lado el voto electrónico se aplicó en la ciudad de San Lorenzo con sistemas desarrollados por la empresa MSA (Magic Software Argentina)

¿Confianza ciega?

La Corte de Justicia alemana desaconsejó al gobierno de ese país implementar el voto electrónico, que se utiliza en varios distritos desde 2005. El máximo tribunal hizo lugar a una demanda promovida por el politólogo Joachim Wiesner y su hijo, el ingeniero en sistemas Ulrich Wiesner. Según los demandantes, las urnas electrónicas cuestionadas no sólo serían susceptibles de manipulación sino que además su uso requeriría una “confianza ciega” en esa tecnología.

Según la traducción del fallo que hizo el profesor argentino-alemán Manfredo Koessl, “la utilización de mecanismos computarizados de votación y escrutinio cuyos pasos y procesos no pueden ser comprendidos, controlados y revisados por el ciudadano raso (sin conocimientos técnicos especializados) y sin un soporte material independiente del informático, es incompatible con el principio de publicidad del proceso electoral, consagrado en el Art. 38 de la Ley Fundamental de ese país”.

Si bien la sentencia no descalifica el voto electrónico en sí mismo y aunque no medió ninguna sospecha de fraude -no se aceptó anular los casi 2 millones de votos emitidos electrónicamente-, la sola existencia de una barrera técnica que bloquea el control ciudadano sobre el procesamiento de la voluntad electoral hace inaceptable el mecanismo.

En Holanda, otro de los países donde se utilizan sistemas electrónicos, el 16 de mayo pasado el Gobierno decidió dar marcha atrás y volver al papel y lápiz, después de que se comprobara que las pantallas de las urnas emitían señales de radiofrecuencia que permitían conocer, a través de un equipo no demasiado sofisticado, la elección del votante desde una distancia de varias decenas de metros.

En los Estados Unidos y Venezuela, donde se han implementado urnas electrónicas en varias oportunidades fueron vulneradas repetidas veces por académicos de la Universidad de California. El informe elaborado por esta universidad (http://www.cs.ucsb.edu/~seclab/projects/voting/ ) demuestra a través de un documento y un video como las máquinas pueden ser vulnerables y las elecciones pueden ser manipuladas aún cuando impriman un comprobante en papel.

Fetiche tecnológico

Los promotores de los sistemas de votación electrónica argumentan a favor de este sistema los frutos de mayor transparencia, participación ciudadana, eliminación de fraude y clientelismo y un aumento en la velocidad del conteo de sufragios. Los opositores hablan de falta de garantías de la seguridad, del desapoderamiento y control de la ciudadanía sobre las elecciones y el aumento de desconfianza pública en el acto electoral.

Alfredo Rezinovsky, del Laboratorio de Informática e Investigación de la Facultad de Ingenieria de la Universidad Nacional de Cuyo, sostuvo durante una jornada en la Legislatura porteña el año pasado que los sistemas digitales de votación electrónica “no son transparentes y pueden ser atacados más que cualquier otro”. Lo que implicaría, según su posición, “enfrentarnos a una caja negra que nadie entiende muy bien”. Para Rezinovsky, el principal problema reside en la incertidumbre entre los votantes, auditores y fiscales de mesa que no van a tener control sobre la elección y los resultados”.

“El concentrar en la cuestión del voto electrónico toda la magia que hoy se asocia a la `democracia electrónica es una práctica estupidizante y comercial”, señaló a PuntoGov José Luis Tesoro, especialista en temas de administración pública y gobierno electrónico. Según Tesoro, la vía electrónica “puede ser útil para mitigar posibilidades de fraude, pero nuestras democracias tienen problemas mucho más sustanciales que la modalidad del voto. En comunidades que comúnmente se ven obligadas a votar por lo que parece `lo menos pésimo´, daría prácticamente igual que el voto sea con multi-boleta, con boleta única o electrónico”.

Como se desprende de la sentencia otorgada por la Corte alemana, el “e-voto” queda fuera de la comprensión no especializada del ciudadano medio. “En una democracia participativa la funcionalidad de la soberanía popular no es asunto dejado exclusivamente en manos de tecnocracias o élites del saber”, afirmó el tribunal del país europeo.

Beatriz Busaniche y Federico Heinz, autores del libro “Voto electrónico. Riesgos de una ilusión” (http://www.votoelectronico.org.ar/), advirtieron que “cualquier persona que sepa leer, escribir y contar, sabe cómo verificar si la urna está vacía. En cambio, en la urna electrónica es un programa informático el que verifica la operación. Aún si se confiara que el software es correcto, el fiscal promedio carece de los conocimientos técnicos para comprobar que el sistema fue o no adulterado”.

Busaniche y Heinz observaron que “el clientelismo político es un problema social, económico y educativo que no se solucionará con tecnología”. Hourest, quien caracteriza al “e-voto” como un fetiche tecnológico, “si se plantea una falsa dicotomía entre los que están a favor del progreso y la modernización y los que están en contra, lo único que se consigue es obviar las consecuencias negativas que trae aparejado el voto electrónico. Este sistema no sólo hace menos transparente el acto electoral, sino que su discusión contribuye a evitar otras cuestiones, como el financiamiento de las campañas políticas y la utilización sin control de publicidad oficial”.

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