La Bestia de la Complejidad

Investigación de “The Economist“, 14/4/01 Parte 1

El futuro del software puede ser una enorme nube de ofertas electrónicas entre las cuales los usuarios pueden elegir exactamente lo que quieren, dice Ludwig Siegele.

Stuart Feldman puede ser fácilmente confundido con un pesimista de la tecnología, desilusionado después de más de 25 años en el negocio de los bits y bytes. Como arquitecto veterano del software, el director del Instituto para el Comercio Avanzado de IBM considera al software como puro sufrimiento-a partir de una complejidad en eterno crecimiento. Escribir código, explica, es como escribir poesía: cada palabra, cada ubicación cuentan. Excepto que el sofware es más difícil, porque los poemas digitales pueden tener millones de líneas que están de alguna manera interconectadas. Intente corregir errores de programación, conocidos como bugs y a menudo introducirá nuevos errores. Hasta ahora, se lamenta él, nadie ha encontrado la bala de plata que mate la bestia de la complejidad.

Pero démosle a Feldman un lápiz de fibra y una pizarra blanca y nos llevará en un viaje hacia el futuro del software. Sacando a luz sus antecedentes como astrónomo, él dibuja algo enormemente complejo que se parece más bien a una galaxia. Sus puntos y círculos representan una economía virtual de lo que se conoce como servicios de la red–todas y cada una de las cosas que procesen información. En esta “nube”, como él la llama, los servicios de la red se encuentran unos con otros automáticamente, negocian y se enlazan, creando toda suerte de ofertas.

Imagínese, dice el hombre de la IBM, que a Ud. se le está acabando el combustible y quiere saber cuál es la estación de servicio más barata a una milla alrededor suyo. Usted habla por el celular y segundos después obtiene la respuesta en la pantalla. Esto suena simple, pero requiere una combinación de una multitud de servicios electrónicos, que incluyen un servicio de reconocimiento de lenguaje natural para descifrar lo que usted quiere, un servicio de ubicación para encontrar las estaciones de servicio abiertas cerca suyo y un servicio de comparación de precios para escoger la más barata.

Pero el impacto más grande de estos nuevos servicios de la red, explica el Sr. Feldman, se dará en los negocios.Imagine que Ud. es el gerente de producto a cargo de una nueva computadora de mano cuyo equipo de diseño le ha enviado los planos electrónicos para el aparato. Usted acude a su portal personalizado de la red y ordena los componentes, reserva la capacidad de fabricación y arregla la distribución. Haciendo un click con el mouse, usted crea instantáneamente una cadena de suministros instantánea que, una vez hecha su tarea, se disolverá nuevamente. Visiones, visiones por todos lados.

Todo esto puede sonar como una descripción de “material de pizarrón”–esas brillantes presentaciones dadas por los gerentes de ventas de software a su personal, que raras veces cumplen con lo que parecen prometer. Sin embargo no es sólo IBM quien tiene una visión ambiciosa. Hewlett-Packard, Microsoft, Oracle, Sun y una plétora de nuevos protagonistas están discurriendo a lo largo de los mismos razonamientos. A menos que estén todos equivocados, las compañías, los consumidores y las computadoras estarán un día en condiciones de elegir exactamente lo que quieren de una enorme nube de ofertas electrónicas, vía la Internet.

La realidad se va a tomar un tiempo para ponerse al día; de hecho, puede llegar a ser bastante diferente de la visión de hoy. Pero no hay duda de que algo grande está ocurriendo en la industria de la computación–tan grande como el surgimiento de la PC en los ochentas, que convirtió al equipamiento informático en un bien común y corriente y puso al software directamente en el centro de la industria. Ahora parece que el software va a tener que ceder su trono a los servicios suministrados “on line”.

No se trata de que lo que conocemos como software vaya a desaparecer. Se necesitará mucho código para hacer funcionar el nuevo mundo de la computación, del mismo modo que las grandes computadoras están allí todavía, aunque en una posición menos dominante. Pero el mundo de la computación ya no girará alrededor de la escritura de grandes programas autónomos. A cambio, se concentrará en el uso de software para crear toda suerte de servicios electrónicos, desde el simple almacenamiento de datos hasta procesos completos de negocios.

El agente de cambio es la Internet. Para empezar, ella ha cambiado la naturaleza del software.En vez de ser un programa estático que corre en una PC u otra máquina cualquiera, se convierte en un software que vive en un servidor en la red y puede ser accedido mediante un navegador de Internet. A esta altura, la mayor parte de las firmas de software ofrecen versiones de sus programas que pueden ser “alojados” (hosted), lo que significa que pueden ser distribuídos como un servicio a través de Internet.

Pero de más importancia, es que la Internet se ha transformado en una formidable promotora de los estándares abiertos que realmente funcionan, por dos razones. Primero, la red es el medio ideal para crear estándares; permite que los grupos colaboren casi sin costo y la toma de decisiones se haga más transparente. Segundo, la presencia de la red en todos lados asegura que los estándares se difundan mucho más rápidamente. Además, la Internet ha hecho proliferar instituciones como la Internet Ingeneering Task Force (IETF) y el World Wide Web Consortium (W3C), que ha demostrado que es posible desarrollar reglas técnicas comunes robustas.

El primer resultado concreto de todo esto fue el movimiento de fuente abierta (open source). Desde mediadoes de l980, miles de programadores voluntarios en todo el mundo han estado colaborando, mayormente a través del correo electrónico, para desarrollar software libre, a menudo tomando estándares de Internet como punto de partida. Su programa estandarte es Linux, un sistema operativo cada vez más popular creado inicialmente por Linus Torvalds, un programador finlandés.

El surgimiento de los servicios en la red es una historia similar, aún cuando pueda no parecer tal a primera vista. La industria de la computación y otros sectores de los negocios están desarrollando colectivamente el próximo nivel de estándares de Internet–el pegamento común que hará que todos los servicios de la red permanezcan unidos. De allí la proliferación de siglas relacionadas con la computación como XML, RosettaNet, ebxML, SOAP, UDDI, WSDL y otras. Esta sopa alfabética ilustra un problema potencial para los nuevos servicios de la red: ellos también podrían convertirse en víctimas de su propia complejidad.

Porqué debe preocuparle a alguien esta cuestión típica de intelectuales medio chiflados? Una buena razón es que el software es una de las industrias más grandes y de más rápido crecimiento del mundo. En 1999 el sector vendió programas por valor de $ 157 millardos, de acuerdo a IDC, una compañía de investigaciones de mercado; y el gasto en software, que se incrementa en un 15% por año, induce inversiones de otros $ 800 millardos en equipamiento y servicios. Es posible que los cambios que se están produciendo revolucionen completamente la industria. En los próximos años se puede esclarecer qué compañías terminarán en la cima.

Además, el sector del software bien podría convertirse en un modelo para otras industrias. Las comunidades de desarrolladores de programas de fuente libre, por ejemplo, son estructuras sociales fascinantes. Comunidades similares podrían algún día producir algo más que buen código. Thomas Malone, profesor de sistemas informáticos en el Instituto Tecnológico de Massachusets, avizora grandes oportunidades en el futuro: “La comunidad de Linux es un modelo para una nueva clase de organización de negocios que podría formar la base para una nueva clase de economía”.

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