La Historia de José

José

José es un emprendedor, y como tal, quiere que su organización disponga de la tecnología de procesamiento de información adecuada para desempeñar su tarea con éxito. Se hace asesorar por profesionales, y finalmente compra la solución ortodoxa: una PC de escritorio para cada empleado, con las herramientas habituales, más un servidor para que los empleados puedan compartir datos e impresoras. Para resolver la problemática cotidiana de la empresa, compra también un paquete de gestión y administración de negocios desarrollado por una empresa local, que se ajusta bastante a sus necesidades. Ha invertido promedio $500 en licencias de uso de software por cada computadora de escritorio, más $3.000 para las licencias del servidor, y otros $3.000 en la licencia de uso del software administrativo.

Comienzan los problemas…

Así equipado, José se despreocupa del asunto para dedicarse a su negocio, que es lo suyo. Al menos esa es su intención. Poco se imagina José la ordalía que le espera. Las máquinas de escritorio son inestables, se “clavan” sin motivo aparente con mucha frecuencia, a menudo perdiendo horas de trabajo de sus empleados. En algunos casos, incluso, es aparente que la falla se produce siempre que el usuario intenta determinada operación.

La “solución” que le dan sus asesores no es satisfactoria: reiniciar la máquina restablece la función, pero no los datos, y tampoco disminuye la probabilidad de que ocurra la falla en el futuro. Una trabajosa lectura de las condiciones de la licencia de uso que adquiriera tan onerosamente lo descorazona aún más: la licencia se refiere al software “tal como es”, y no incluye ninguna garantía de funcionalidad ni de utilidad para propósito alguno. Lo único que el fabricante garantiza es que el medio (CD-ROM o diskette) en el que se entrega el software no tiene fallas, pero explícitamente rechaza toda responsabilidad acerca de que el programa cumpla el fin para el que fue adquirido; ni siquiera garantiza que el software pueda ser instalado.

Su única esperanza de solución consiste en esperar que la empresa responsable del problema, mucho más grande que la suya y a la que sus prioridades no le interesan, con sede en un país remoto, decida invertir el tiempo necesario en corregirlo, y que lo decida en un tiempo razonable. Mientras tanto, todos los especialistas a su alrededor son impotentes ante estas dificultades, y también ante las que presenta el servidor, que pese a su mayor costo tampoco parece ser mucho más confiable que las máquinas de escritorio.

Y por si esto fuera poco…

En medio de estas molestias, ocurre que uno de sus empleados recibe por correo electrónico un mensaje de un amigo con una tarjeta animada muy simpática. El empleado, viendo que proviene de alguien conocido, hace un click en la tarjeta animada, se ríe un rato, y continúa su trabajo. Lo que no puede saber es que con esa acción, aparentemente inocua, ha activado un virus de acción retardada, que un par de días más tarde ya ha infectado a todas las máquinas de la red, y poco tiempo después destruye todos los datos de las máquinas de escritorio, además de muchos de los que estaban alojados en el servidor. Semanas de trabajo tiradas a la basura, ya que el retardo en el efecto del virus ha logrado que aún los datos en las cintas de respaldo estén infectados, de modo que son inusables. José se ve forzado a comprar una licencia de uso de un antivirus, más un abono a las actualizaciones, y en realidad nunca se queda tranquilo, porque sabe que sigue siendo vulnerable a virus nuevos que ningún antivirus detecta aún.

El sistema administrativo también tiene lo suyo…

Mal que mal, sus empleados comienzan a usar el sistema administrativo. Cargan la lista de proveedores, el padrón de artículos, la lista de clientes… poco a poco comienza a verse que el sistema, si bien no es malo, no se adapta del todo al modelo de negocios de José. Ò¢ól necesita almacenar datos de sus clientes, por ejemplo, que el sistema no prevé. Este problema no debiera ser tan difícil de resolver, al fin y al cabo se trata de desarrolladores locales y no de un monstruo multinacional. José se pone en contacto con ellos, y les pide un presupuesto para las modificaciones que necesita. Cuando éste llega, ni el monto ni el plazo de entrega son razonables. José piensa en encargarle a otra empresa sus modificaciones, pero se encuentra de nuevo con que la licencia de uso que adquirió prohibe explícitamente la alteración de los programas por cualquier persona salvo los autores, de modo que es inútil buscar competencia para este desarrollo.

Sus únicas opciones son pagar el precio exigido y esperar el tiempo que sea, o cambiar de producto, lo que significa una doble erogación: una nueva licencia de software, más el trabajo de cargar otra vez todos sus datos. Y con eso sólo habrá comprado su independencia de un proveedor para pasar a ser dependiente de otro.

El tema de las actualizaciones

Cierto día, una de las computadoras de escritorio se rompe, y debe ser reemplazada. No es problema, pues está en garantía. Pero la máquina que llega de reemplazo viene con una versión actualizada de las herramientas de oficina. A primera vista, esto parece una ventaja. Pero pronto surge el problema de que los archivos escritos usando las nuevas herramientas no pueden ser leídos con la versión más vieja que es la que usan todos los demás empleados, y la versión vieja ya no se vende. De modo que la única manera de que todos los empleados puedan compartir datos consiste en comprar una actualización a la versión más nueva para todas las máquinas de la empresa.

Furioso ante este acto de extorsión, José decide cambiar de herramientas de oficina. Pero cuando lo comenta a sus empleados descubre que todos sus archivos ya están almacenados en el formato de las herramientas actuales, y que cambiar de herramienta significa perder buena parte de la presentación de los archivos, amén de ser un proceso largo y tedioso. Sin alternativas, José se ve forzado a comprar la actualización de sus herramientas de oficina. Lamentablemente, éstas no funcionan bien con su versión actual del sistema operativo, de modo que también termina por actualizar éste, sólo para descubrir que sus máquinas de escritorio carecen de suficiente memoria para correr el nuevo sistema, y requieren de una expansión.

La última ignominia

Poco tiempo después, llega a la empresa de José una inspección de Software Legal. José está tranquilo, porque tiene todas las licencias en regla. O eso cree. Porque no contó con que uno de sus empleados instaló, hace unos meses, una copia de un programa de dibujo arquitectónico para que su hija, estudiante de arquitectura, lo probara, y luego olvidó borrarlo. De repente, José, que no tiene medios técnicos de controlar qué instalan sus empleados en las máquinas, ni de impedirles que lo hagan, tiene un juicio encima. Y hasta aparece su nombre en el diario como pirata informático.

Una historia repetida…

Sí, usted conoce a José, ¿verdad? Es probable incluso que usted se sienta José. La inmensa mayoría de los usuarios de computadoras se enfrentan cotidianamente con problemas como los que hemos descripto, y casi han aprendido a aceptarlos como parte del orden natural de las cosas: la informática es fuente permanente de gastos y dolores de cabeza, y funciona solamente cuando es favorable el horóscopo de Virgo. Sin embargo, esta realidad no es inevitable. Es sólo el resultado de las acciones deliberadas de una industria que ha descubierto que es mucho más fácil y remunerativo conservar los clientes a través de la extorsión que mediante la satisfacción de sus necesidades.

La solución existe.

Pero José ha descubierto alternativas. Alguien le habló del Software Libre. ¿Qué es el Software Libre? Una inmensa colección de programas contribuídos por programadores de todo el mundo, disponibles bajo una licencia que permite a cualquier persona usarlos sin costo, al tiempo que alienta a cualquiera a modificarlos, mejorarlos, ampliarlos, estudiarlos, traducirlos, combinarlos, etc. El profesional que trabaja con Software Libre tiene la posibilidad de analizar a fondo y corregir las causas de los problemas que pueda tener su cliente, y dispone en Internet del apoyo de la comunidad de desarrolladores: las mismas personas que escribieron los programas, y sus colaboradores, personas con íntimo conocimiento de los mecanismos involucrados, están disponibles para responder preguntas.

Mediante el Software Libre se dispone de soluciones para la gran mayoría de los problemas que aquejan a José. Existen a su disposición excelentes sistemas operativos y programas libres que operan gran parte de las tareas de oficina: procesamiento de textos, banco de datos, planillas de cálculo, correo electrónico, servidores de archivos, de impresión, navegación de Internet, etc. Su costo de instalación es muy bajo y sobre todo, su mantenimiento y adaptación a las necesidades del usuario pueden ser efectuados por técnicos locales competentes. De no menor importancia, su robustez y resistencia a los virus es largamente superior a las de la mayoría de los programas propietarios. Y su uso es indiscriminadamente libre, por lo que no hay que temer a las amenazas de Software Legal.

En cuanto a sistemas libres de administración y gestión empresarial, José puede confiar en nosotros : hemos tomado a nuestro cargo realizar el esfuerzo necesario para contar con esa herramienta en el menor tiempo posible; estamos debidamente capacitados para la tarea, pero sólo podremos abreviar ese tiempo si contamos con el apoyo de quienes se sientan estimulados por la perspectiva de librarse de los sistemas de información extorsivos y de mala calidad. La Fundación Vía Libre sabe que hay muchos José: su objetivo es acompañarlos y allanarles el camino.

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